La de Orión es una historia un poco complicada. Cuando le conocí, era un ​pequeño perrito bastante miedoso que no se dejaba tocar ni que te acercarás ​mucho. A medida que pasaban los días empezó a mordernos la ropa, las ​manos, a gruñirnos, a subirsenos para arañarnos por todas partes.... Pasar a su ​lado era ganarse un intento de mordisco seguro. Nadie le tenía fé, pero María ​vio en él a un "incomprendido" que solo necesitaba paciencia y alguien que se ​esforzara en ayudarle. Poco a poco fue ganándose su confianza, y después de ​mucho trabajo y paciencia (y alguna que otra chuche, que nunca fallan) logró ​que ese perrito que mordia por miedo, estrés y un montón de cosas más, ​pasara a ser un perro de lo más cariñoso, juguetón y divertido. Ahora su vida ​no puede ser más feliz, y todo gracias María, la persona que supo entenderle ​cuando los demás no sabíamos como ayudarle.

Sin duda le debo todo a Give Me Four y a María. Contacté con ella porque mi perrito, ​Ray, llegaba a casa de los paseos muy estresado. Siempre que íbamos a caminar se ​tiraba a todos los perros o huía de ellos, y si alguno se acercaba llegaba incluso a ​morderlos, pero al mismo tiempo les tenía miedo. Cada día veía que mi compañero ​disfrutaba menos de las salidas al parque y yo sufría con él. No sabía cómo ayudarle, ​busqué y hablé con un montón de personas que al final no surtieron efecto alguno, y ​gracias a María y todas las lecciones que me enseñó pude volver a disfrutar de los ​paseos en compañía de mi mejor amigo, y sobre todo él volvió a disfrutarlos también. ​Aún nos queda camino por andar para estar al 100%, pero con los consejos que me ​han dado y con el apoyo que recibo de su parte, se que pronto Ray no va a querer ​dejar de jugar con otros perros y de hacer amigos por todas partes. ¡Gracias de ​corazón, has hecho que mi perro vuelva a ser feliz!

Os quiero contar la historia de un perrín llamado Rex, el pobre fue abandonado y lleva ​un tiempo en el albergue municipal de mi concejo, un perro que llegó en unas ​pésimas condiciones tanto físicamente como mentalmente por el maltrato que sufrió, ​su conducta era muy agresiva debido a como lo habían educado potenciando su ​agresividad, tanto con las personas como otros perros que no podían ni acercarse, ​parecía que realmente era un caso perdido.

O al menos eso es lo que parecía, pero Rex tuvo la buena suerte de encontrarse con ​Maria en el albergue, que se empeñó en que era recuperable, se puso a trabajar todos ​los días con el, día a día para que fuera adoptable ,poco a poco la conducta de Rex ​fue cambiando, de ladridos y gruñidos paso a buscar mimos y a querer jugar, fue un ​largo proceso de reeducación, que Maria lo llevó a cabo con mucho trabajo, mucha ​paciencia y sobre todo mucho cariño y amor.